Todos conocemos la historia de Pinocho, el mono ese al que le crecía la nariz por decir mentiras. La verdad a mí no me funcionó, porque siempre dije mentiras. Mi madre, por otro lado, siempre dice que las mentiras son como paredes que tienes que ir construyendo. Cada vez tienes que poner más y más ladrillos, pero al final siempre se cae. Es una metáfora buena si lo piensas un poco. De algún modo me recuerda esa otra metáfora de los muros que uno pone ante otras personas, como para evitar que te conozcan del todo. Y claro, lo último que alguien busca cuando dice una mentira es que se conozca la verdad.
Sin embargo, por alguna extraña razón esa metáfora de mi madre nunca me hizo ver que decir mentiras estaba mal. Siempre vi el acto de mentir como algo normal. Sí, es verdad que tienes que mentir una y otra vez para que no te descubran la primer mentira. Y también es cierto que a veces se te cae el teatrito. Pero eso le pasa a todos y hasta ahora no había encontrado por qué debía evitar las mentiras. O quizá sí, pero no lo había querido ver.
Pues bien, acabo de escuchar otra metáfora sobre las mentiras. En la película Novocaine, el personaje principal es un dentista. Dice que las mentiras son como las caries: esas pequeñas heridas en tus dientes que dejan pasar residuos que van pudriéndose cada vez más hasta que es necesario sacarlo todo. ¡Eso sí da miedo! Las paredes, aunque siempre está la posibilidad de que caigan, son resistentes. O al menos eso pensamos. De otro modo no viviríamos entre ellas. Y esa gran farsa de que te crecerá la nariz... ¡vamos! ¿a los cuántos años dejamos de creernos esa clase de cosas? ¡Pero la caries sí da miedo! Eso de irse pudriendo poco a poco por dentro suena aterrador. Creo que ya me dieron ganas de ser honesto, pero antes me lavaré los dientes.
Regla No. 2
A veces, tendrás que mentir, pero mejor cuídate de hacerlo.
Simplemente genial, me quedare a leer una que otra regla o quizas todas.
ReplyDeleteSimplemente genial, me quedare a leer una que otra regla o quizas todas.
ReplyDelete