A veces así parece. La vida te declara la guerra. Pareciera que la vida es una fuerza poderosa que te tiene en sus manos y que juega contigo a su antojo. En ocasiones te hace feliz y en ocasiones te hace miserable sin razón aparente. De ser así, sería una guerra injusta, porque la vida tiene todas las armas y nosotros no podemos defendernos de sus ataques con nada, aunque lo intentemos. El Internet, la tele, la música... tantas cosas para entretenernos y aún así nos aburrimos. Masajes, calmantes, vino y aún así nos angustiamos.
La vida no sólo nos ataca, nos hace ir adonde quiere. El camino siempre ha sido el mismo del nacimiento a la muerte. Un camino lleno de trampas. Recuerdo que cuando era niño quería ser grande, y ahora de grande, quiero volver a ser niño. Seguro quería crecer porque no sabía que con la edad vienen un montón de dificultades y frustraciones. Además, las experiencias que vienen con la edad no son todas agradables. Las desventuras se encuentran en la vida larga al igual que en un camino largo se encuentra el polvo, el fango y la lluvia, como decía Séneca.
Pero bueno, admitamos que también la vida ofrece alegrías y momentos de paz. No sólo nos tortura. Es una guerrera que de vez en cuando nos otorga una tregua que hay que aprovechar, porque sabemos que al final nos vencerá. Mas no por eso hay que darse por vencido desde antes. La vida requiere guerreros dignos.
Regla No. 3
En la vida no todo es dulzura, pero hay que soportar lo amargo.