Todas las mañanas suena el despertador de mi celular. A veces a las 8:00, otras veces a las 9:30. Me levanto, tomo algo de comida del refri y la pongo en el microondas en lo que la cafetera me prepara mi café. Ya que está listo el desayuno me siento a ver algún noticiero en la tele y al mismo tiempo reviso mi e-mail y las redes sociales. Aparatos aquí y allá. Celular, refri, microondas, cafetera, tele, computadora. Hay tantas y tantas personas que siguen una rutina similar cada mañana. Un sujeto trajeado nos dice lo que pasa en el mundo, nos enteramos de las actividades de nuestros seres queridos gracias a Facebook y a Twitter.
Si hubiera vivido mis veintitrés años en el siglo pasado, la cosa hubiera sido distinta. Entonces la rutina hubiera sido despertarme con un reloj demasiado ruidoso, leer el periódico en vez de encender la tele y la computadora, preparar el desayuno en la estufa. Obviamente, hubiera tenido que levantarme más temprano porque la estufa no prepara desayunos en dos minutos. Bueno, no se dependía tanto de la energía eléctrica para mantenerse enterado de los acontecimientos mundiales y tenías que hablar por teléfono a dos o tres personas para saber qué había sido de sus vidas. Porque es la verdad, tenemos cientos de amigos en Facebook y segimos otros tantos en Twitter, pero sólo nos interesamos en dos o tres.
La vida está tan llena de aparatos que a veces creo que es bueno no tener un MP3 portátil. Solía tener uno y la verdad ahora no comprendo cómo podía ir por la calle con los audífonos a todo volumen (bueno, no a todo volumen, exageré un poco). La verdad, ahora me da miedo no escuchar lo que pasa cuando voy caminando o en el metro. A veces es molesto que te pongan una bocina en la cara los vendedores de discos. Esas son las únicas ocasiones en las que extraño usar audífonos. Pero en general me agrada ir con los oídos atentos a lo que pasa por la calle. Me siento más en contacto con el mundo. No hay nada como vivir con todos los sentidos atentos a la realidad.
Regla No. 5
No se necesita tecnología para sobrevivir, pero la vida no es lo mismo sin la música de fondo en tus audífonos.
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Puedes tener todos los sentidos puestos en tu música portátil si quieres, mientras estás en el vagón del metro y podría no pasar nada grave, pero eso de caminar mientras se escucha música es de pensarse. Yo estuve a punto de caer en una coladera que tenía una profundidad de 5 metros y no estaba escuchando música ni nada. Pienso que de haberlo hecho ya estaría con tabla en la pierna o en el hospital o muerto. Un poco más distraído y adiós vida normal.
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