Una vez más, el metro, escenario de muchas de mis aventuras, me dio una lección sobre la vida. Hace unos días, cuando iba de regreso a casa, ya de noche, en una estación en la que debo transbordar, vi a un señor en silla de ruedas, rodeado de cuatro o cinco personas. Al acercarme, me dí cuenta de que, además, era ciego. También pude notar que no era mudo, pues estaba gritando "¿me ayudan por favor? ¿me ayudan por favor?".
Pero, nadie le ayudaba. Las pocas personas que estaban ahí cerca tenían el rostro en forma de signo de interrogación. Los demás simplemente pasaban caminando por ahí, uno que otro curioso volteaba. Cuando me acerqué un poco más, comencé a preguntarme qué podría yo hacer para ayudar al señor. Por eso mi rostro también comenzó a tomar forma de signo de interrogación. Y como esa situación no me agrada, porque los rostros con forma de signo de interrogación se ven bastante feos, decidí preguntarle directamente.
Sólo me dijo que necesitaba acercarlo a la puerta, con el policía de la estación para que pudiera salir. Así que tomé su silla de ruedas y comencé a caminar. Cuando el policía nos vio, alzó la mano y gritó "¡por acá!", mientras abría la puerta. Salí de la estación con el señor y el policía me dijo que lo dejara cerca de las escaleras para que, luego, otras personas le ayudaran al señor a subir. Así lo hice. El señor me dio las gracias y yo volví a mi hogar, feliz por haber hecho una buena acción aquel día.
Regla No. 19
Regla No. 19
No te quedes con la duda