El día que aprendí ver el lado bueno de las cosas.

Sucedió hace ya algunos años. Ni siquiera sé por qué vino a mi mente esta mañana, pero quise compartirlo con ustedes, lectores. Conocí a un par de chicas y al poco tiempo nos hicimos muy unidos. Sus nombres no los recuerdo (los caballeros no tenemos memoria, recuérdenlo), pero podemos bautizarlas para este breve texto como Danna y Paola. Pues bien, cuando las conocí, ambas tenían novio. Al poco tiempo Paola volvió a ser soltera. Danna, en cambio, seguía en esa relación un tanto enfermiza con un sujeto que no me agradaba. Tampoco recuerdo su nombre, pero podemos llamarlo Equis. Da igual. 

El chiste es que alguna vez se dio la oportunidad de salir. Quedamos de vernos en una plaza comercial para ir al cine y hacer esas cosas que hacen los amiguitos cuando salen. Estoy seguro de que no comimos pizza, pues lo recordaría. Ya sé, acabo de decir que los caballeros no tenemos memoria, pero con la pizza no me comporto caballerosamente: la devoro cual salvaje y recuerdo detalladamente todo el placer que me haya proporcionado. Es inevitable. Aunque, eso sí, soy muy discreto. No voy por la vida presumiendo la cantidad de pizzas que he ingerido. En fin, aquella ocasión Paola y yo tuvimos la oportunidad de conocer  a Equis en persona. Lo poco que sabíamos es que no era el mejor novio del mundo, pues Danna constantemente sufría por las cosas que él hacía o dejaba de hacer.

Si he de ser sincero, no me pareció un sujeto interesante, ni gracioso, ni apuesto (ya sé, ya sé, yo tampoco soy un Adonis, pero si él lo hubiera sido, al menos habría tenido algo de bueno). Cuando al final de aquel día nos quedamos solos Paola y yo, quise intercambiar opiniones sobre Equis. Pero no se confundan, queridos lectores, no quería iniciar una vulgar crítica hacia la persona del susodicho. ¡Para nada! Sucede que soy filósofo y acostumbro dudar de todo, incluyendo mis propios pensamientos. Por eso pensé que escuchar lo que Paola había pensado me ayudaría a tener una mejor perspectiva de la persona de Equis. Entonces le pregunté a Paola "¿qué tal te pareció Equis?".

Si quieren saber la verdad, pensé que me diría algo similar a lo que yo pensaba. Que no era un buen tipo, que Danna podría estar con una persona mil veces mejor o, al menos, más atractiva. Sin embargo, tras unos segundos de silencio, en el rostro de Paola apareció una sonrisa y de su boca salieron las siguientes palabras: "se vé que quiere mucho a Danna". Me dejó sin habla, jo. Aprendí que hay que fijarse en las cosas positivas y cambié el tema de la conversación. Aunque sigo dudando que el hecho de que Equis quiera mucho a Danna lo haga un buen partido.


Regla No. 21

Enfócate en el lado bueno de las cosas (y de las personas también).