Sucedió hace unos días. Una mujer y su pareja acudieron a la misma fiesta que yo. Él, un hombre dedicado al estudio y a la enseñanza, tenía interés en hablar conmigo. Este académico, además, es aficionado a la bebida. Ya había tomado unos cuantos vasos de ron con Coca-Cola, por lo que se encontraba un poco alegre y dicharachero, pero la charla no perdió profundidad en ningún momento. Es más, quizá llegamos a tener cierta profundidad gracias a la bebida.
En fin, él interrumpió la plática para ir por más ron con coca y, después de servirse, se quedó conversando amenamente con otro grupo de personas. Su mujer, que estaba sentada a mi lado, al darse cuenta, no dudo en hacer evidente su incomodidad. Quizá quería irse a casa, o quizá simplemente le molesta que el hombre con quien comparte su vida tome de más. Me dijo evidentemente desesperada "lo bueno es que tú eres muy comprensivo. Siempre lo has sido y ser comprensivo es una virtud".
Sin duda, la comprensión puede ser una virtud. Pero, en mi caso, he de confesarlo, muchas veces ha caído en el vicio. Y todos los vicios son destructivos. Tan mal puede quedar alguien después de haber bebido demasiado ron, como después de haber sido demasiado comprensivo. Lo digo por experiencia. Durante algún tiempo, pensé que mi enojo y mi frustración hacia las actitudes y acciones de algunas personas eran injustificados, que quizá no debería sentirme así. Así que reprimí mi enojo y mi frustración. Callé lo que sentía y eso causó dolor, tristeza y un sentimiento de soledad. Aunque, la verdad, observando a la gente, me doy cuenta que muchos se enojan y hacen drama por tonterías.
Ahora, he aprendido la lección. Si algo me enoja, no me callo. Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio? Uno no puede enojarse mucho por cualquier cosa, pero tampoco puede dejar pasar las cosas que enojan. Hay que tener buen ojo para identificar en qué situaciones es válido enojarse, y en qué situaciones el enojo resulta ridículo. También resulta ridículo no enojarse cuando es válido. Ser demasiado comprensivo no es bueno. Créanme.
Regla No. 29
Aprende a enojarte (y a expresarlo adecuadamente).
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