En paz

Hace unos días mis padres me contaron algunas de sus experiencias cercanas a la muerte. Mi padre me contó que en 1968, cuando la situación en el país era bastante tensa, en especial para los estudiantes, el estuvo en dos ocasiones a punto de ser fusilado. El 2 de octubre de aquel año llegó puntual a la Plaza de las Tres Culturas. Unas personas lo alertaron del peligro y lo invitaron a pasar a su casa, donde había más estudiantes ocultándose de la policía. Mi padre dice que no le pareció buena idea esconderse ahí, porque si la policía entraba en aquel departamento, los matarían a todos, así que salió. Se encontró con otro grupo de estudiantes que estaba cerca de un vehículo de la policía. Una camioneta cuya parte de atrás estaba cubierta por una lona. Las personas de aquel vehículo quitaron la lona para dejar al descubierto un arma de uso militar, con la que apuntaron a los estudiantes. Mi padre estaba entre ellos y se ocultó tras un poste. No dispararon, pero me imagino que todos sintieron de cerca la hora de su muerte. En otra ocasión, mientras estaba con varios de sus compañeros en la escuela, ya de noche, pasó la policía disparando. Él y sus compañeritos debieron esconderse y encontrar la forma de huir. Dice que aún se ven los hoyos de las balas en esa escuela.

Mi madre también me contó un par de cosas. Alguna vez, en un viaje de familia, mi tío, que iba conduciendo el coche, se detuvo junto a la carretera para descansar un poco y ver el paisaje. Mi primo, un pequeño niño en aquel entonces y muy inquieto, se movió un poco en el asiento delantero para platicar con los demás. Sin quererlo movió algo en el coche y éste comenzó a avanzar hacia el precipicio que estaba no muy lejos. Mi madre brincó desde atrás para pisar el freno con la mano y así detener el mortal avance del coche. Mi tío llegó asustadísimo y agitado de tanto correr para ver qué había pasado y si todos estaban bien. Afortunadamente lo estaban. En otra ocasión, mi mamá iba con este mismo tío y mi prima en el coche y chocaron. El auto en el que iban dio varias vueltas como si fuera un trompo. No pasó a mayores, pero mi madre, salió a hablar con el sujeto del otro carro, cuando vio que éste intentaba huir. Se puso frente al coche para no dejarlo pasar, algo valiente pero poco adecuado, según considero. Obviamente, mi madre sobrevivió. Y también mi padre. De otra manera, no estaría yo aquí, escribiendo esto.

Mis padres estuvieron cerca de la muerte antes de que yo naciera, incluso antes de conocerse. Me siento raro al pensar en esto. Me siento frágil. Un montón de casualidades tuvieron que pasar para que sus vidas coincidieran. Si una pequeña cosa hubiera sido diferente, quizá seguirían vivos, pero no se hubieran conocido y no habría nacido yo. Soy un ser contingente: nací, pero pude no haber nacido. Las cosas podrían ser completamente distintas y el Universo seguiría su curso. Me sorprende lo fácil que es imaginar un mundo en el que yo no exista. Algún día pasará. Un día moriré y el Universo seguirá su curso, como si yo nunca hubiera existido. Pero ahora que estoy aquí he vivido cosas muy buenas, sobre todo en los últimos dos años. He conocido gente increíble, he viajado y he visto paisajes hermosos. He escuchado buena música, he leído buenos libros. "Amé, fui amado, el sol acarició mi faz./ ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!".


Regla No. 28

Disfruta la vida.