Como en muchos otros momentos de la vida, tenía hambre cuando todo empezó. Además, estaba solo en casa. Así que un delicioso platillo preparado por alguna de mis roomies no era una opción, aunque sé que me habrían preparado algo con gusto. Tenía que arreglármelas yo solo y rápido, porque el hambre llegó como un terremoto o un huracán capaz de derrumbar todo a su paso. Pero yo estaba decidido a no dejarme derrumbar por el hambre. Haría lo que mejor sé hacer para sobrevivir a una situación de tal naturaleza: un sándwich de jamón.
Cuando esta idea pasó por mi mente, lo que llegó como un terremoto o un huracán capaz de derrumbar todo a su paso fue el antojo. Esa punzada en la mandíbula que me hizo salivar ante la posibilidad de comer nada más ni nada menos que un delicioso sándwich de jamón, elaborado con mis propias manos. Bajé las escaleras con la fuerza y la velocidad del huracán que era mi antojo. Saqué el pan y le unté mayonesa y mostaza, del refrigerador saqué el queso que debía fundirse en mi delicioso sándwich después de unos minutos expuesto al calor del horno de microondas. Jalapeño, un poco de jitomate y ¿por qué no? lechuga. Sólo faltaba el jamón. Abrí la puerta del refrigerador y, luego, con un veloz movimiento abrí el cajón donde se guarda el jamón. Pero el jamón no estaba. Patidifuso y confundido ante tal atrocidad, llevé mis manos a mi cara, como un terremoto o un huracán capaz de derrumbar todo a su paso llegó el llanto y desgarré mis ropas. Una vez más cometí el mismo error: di por hecho que había para mí, a mi disposición, algo de lo que no me había ocupado.
¿Cuántas veces me ha pasado? Pensar que algo o alguien está ahí para mí, sin importar lo que yo haga. No, Tonnybeth, no. Si quieres jamón para tu delicioso sándwich, debes preocuparte de que haya jamón, porque éste no aparece mágicamente. Si quieres que alguien esté en tu vida, debes preocuparte por ese alguien, cuidar sus sentimientos tanto como te sea posible, ser considerado. En pocas palabras, debes mostrar que quieres a esa persona (o a esas personas) en tu vida. Curiosos fueron los pensamientos que llegaron a mi mente como un terremoto o un huracán capaz de derrumbar todo a su paso cuando esto me pasó. La lección la he aprendido, pero ¿seré capaz de ponerla en práctica? Es pero que sí. El jamón pude comprarlo en la tiendita de la esquina después de enjugar mis lágrimas y cambiar mis desgarradas ropas por unas en buen estado. Pero hay asuntos que no son tan fáciles de resolver. Hay que tener cuidado.
Regla No. 32
Muestra interés.
Tweet